Tengo fibromialgia, ¿y ahora qué?

Probablemente esta sea la pregunta que se hacen muchas personas cuando llegan a casa tras recibir un diagnóstico de Fibromialgia o cualquier otro tipo de enfermedad crónica similar: ¿y ahora qué?

Es difícil no plantearse esta cuestión cuando el dolor ha dejado de ser un síntoma para convertirse en una enfermedad. Y más aún cuando no existe un tratamiento médico eficaz y definitivo que pueda solucionar el problema.

En este sentido, hablar de dolor crónico hace referencia una sensación de malestar con una duración superior a 6 meses y que no responde a las terapias convencionales para su control, como son la cirugía, medicamentos, reposo,  fisioterapia u otros medios.

No obstante desde la psicología, se ofrece una vía alternativa para, si bien no eliminar dicho malestar por completo, poder convivir con él de forma que interfiera lo menos posible en el ritmo diario del individuo. Por tanto, la respuesta que nosotros damos a la pregunta que planteábamos al inicio sería la siguiente: aprender a manejar y convivir con el dolor, de manera que el impacto de este en la vida diaria  sea lo más reducido posible, permitiendo la calidad de vida de la persona.

Está claro que cada persona posee una situación distinta: más o menos recursos (ya sean económicos, sociales, relacionados con habilidades de afrontamiento, etc.) una visión personal del mundo e incluso de los propios recursos de que se disponen, un estilo determinado de vida, etc. En función de estas características, cada persona requerirá de técnicas o adaptaciones más específicas, aunque también se observan muy buenos resultados dentro de las terapias grupales en esta área de manejo del dolor, lo que supone una opción más a contemplar.

De forma global, la intervención psicológica va a estar dirigida en un primer momento, a que la persona comprenda cómo es el mecanismo del dolor, para en un segundo lugar aprender y emplear diferentes estrategias(focalización atencional, etc.) que permitan modular su intensidad y frecuencia, así como la de las variables que intervienen fomentando la aparición del mismo (como pueden ser la ansiedad o los continuos pensamientos negativos, por ejemplo) lo cual va a permitir en muchos casos reducir la ingesta de fármacos (una de las demandas más habituales). Por otra parte, también se tratará de hacer frente a los posibles problemas concomitantes, como puede ser un estado de ánimo deprimido, aislamiento social, etc.

En definitiva, a pesar de tratarse de una enfermedad crónica(ya sea fibromialgia, artritis reumatoide…) que no responde a los llamados “tratamientos convencionales” es importante no olvidar que existen técnicas (además de carácter inocuo, esto es sin efectos secundarios) que pueden ayudarle a mejorar su calidad de vida, pues lo importante es que no sea el dolor quien domine su vida sino usted mismo.

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